Descarrega clicant aqui el numero especial del diari "Solidaridad Obrera" sobre el Centenari de la CNT.

En los próximos días este número especial,
elaborado por las redacciones de J. Costa y Terrassa, estará a la venta
en formato impreso en todos los sindicatos de la CNT a nivel estatal.

El índice de este ejemplar especial es el siguiente:

EDITORIAL
100 años de CNT

CRÓNICAS
El despunte anarquista (1902-1909). Julián Vadillo Muñoz
Sobre los orígenes de la CNT. Joan Zambrana
El auge anarcosindicalista. Marciano Cárdaba
La CNT en la Segunda República. Anna Monjo
De los cuadros de defensa a las Milicias Populares. Agustín Guillamón
Mujeres Libres y Mujeres Libres en el exilio. Antonina Rodrigo
Las colectivizaciones en Catalunya (1936-1939). Antoni Castells
La CNT en el gobierno de la República. Bernat Muniesa
Mayo de 1937: la contrarrevolución en marcha. B.M.
La CNT y la lucha contra el franquismo: Defensa Interior. Octavi Alberola
Las guerrillas urbanas (1945-1963). Ferran Aisa
La lucha continúa. Paco Madrid
El MIL y Salvador Puig Antich. Carles Sanz
La cínica estafa de la «Transición». José Luis García Rúa
Jornadas Libertarias de 1977. Pepe Ribas
La CNT en la transición y en la «nueva democracia» española. Just Casas
El caso Scala. J.C.
El CAM y la Exposición Anarquista Internacional. J.M. López Xouza

CULTURA ANARQUISTA
La acción cultural del anarquismo ibérico. Ferran Aisa
La cultura obrera autodidacta en el anarquismo ibérico. Eduard Masjuan
Ateneos libertarios. Pako Millán
Ferrer y Guardia y el Racionalismo antidogmático de la Escuela Moderna. Gerard Jacqas
La prensa anarquista y anarcosindicalista hasta 1939. Paco Madrid
El diario CNT. P.M.
La prensa libertaria en la clandestinidad (1939-1975). Carles Sanz
Prensa libertaria en la Transición (1976-1980). Carles Sanz
La prensa libertaria en España (2001-2009). Carles Sanz
Gráfica revolucionaria. Miguel Sarró, «Mutis»
Ilustradores actuales. Redacciones
Reproducción social y procreación obrera consciente. Eduard Masjuan
El naturismo integral o libertario. Josep Maria Roselló
La sanidad libertaria en España. José Vte. Martí Boscà
Literatura anarquista. Gimeno
Agustín García Calvo. Juan Camblor
Poesía libertaria en acción. Ferran Aisa
Antiseñor Lizano y Los de Barcelona. Mateo Rello
El Grupo Surrealista de Madrid. Adán Olisipo
El teatro anarquista en Catalunya (1890-1914). Joan Tomás Martínez Grimalt
Cine anarquista (1896-1939). José María Cerviño Vila
Carranque: «El Caimán». J.M.C.V.
Cine anarquista contemporáneo. José María Cerviño Vila
Cine actual. J.M:C.V.
Una de maquis. La guerrilla en el cine y la televisión. Mateo Rello
El cine militante en los años setenta. David Àlvarez
Paco Ríos: documentales para no olvidar. D.A.
José María Nunes: poeta de la cámara. Rafa Rius

ENTREVISTAS
Vidas paralelas: Conxa Pérez y Enric Casañas. José Luis Villar / Mateo Rello
Chris Ealham: investigando bajo los adoquines. Mateo Rello
Chomsky: una aportación. X. Eliseo

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100 AÑOS DE CNT

He aquí el repaso a 100 años de apasionada y turbulenta historia: en
sus distintas facetas, con sus victorias, tras sus derrotas, pese a sus
contradicciones o, precisamente, gracias a ellas, así ha sido el siglo
de existencia de la CNT. O, lo que es lo mismo, esta es la historia de
algo más que un sindicato: cien años, sí, pero de proyecto de toda una
sociedad distinta, materializado no sólo en el auge sindical; también
en escuelas racionalistas, ateneos, cooperativas y colectivizaciones;
en libros, folletos, revistas y periódicos, muchos periódicos (como
éste); un siglo de huelgas en el tajo, pero también huelgas de
inquilinos, incluso huelga de vientres para no multiplicar la prole de
los desheredados; de redes de apoyo en los barrios y consejos rurales;
de resistencia dentro de las prisiones, muchas prisiones, y contra
ellas; cien años de armas escondidas bajo el colchón y lecturas
prohibidas a la luz de un candil; de horas decisivas, represión y
tenaces reconstrucciones; de un siglo de palabras incendiarias en
calles populosas y fervientes.

La historia de la CNT no agota la de todo ese movimiento libertario,
es cierto, pero sí la resume a la perfección, de la misma manera que,
con frecuencia a lo largo de estos 100 años, ha sido su punta de lanza.

A vueltas con la memoria

Precisamente, llega este centenario cuando, según dicen, vivimos aún
los coletazos de cierta Segunda Transición, la de la memoria histórica,
tan falaz como la primera, aquella que supuso el sacrificio de esa
misma memoria en beneficio de un aparato franquista que, allá por los
años 70, se reciclaba en flamante democracia parlamentaria. A nivel
legislativo, esta Segunda Transición se ha saldado, como era de
esperar, con un texto cosmético que, por poner un ejemplo relevante,
respeta los consejos de guerra franquistas; eso sí, en términos
sociales, el debate sobre la memoria sigue vivo, como las heridas que
no se cierran y las fosas que no se abren porque devuelven la imagen de
un Antiguo Régimen que no acaba de irse. Sin embargo, en el ámbito
político, hemos conocido la confección de una memoria histórica hecha a
medida y a mayor gloria de esta democracia parlamentaria. En esa
ceremonia de la confusión, y sin valedor político alguno, el pasado
anarquista y anarcosindicalista de la Península está recibiendo todos
los palos.

No es casual, en efecto, el recrudecimiento que se ha producido en
los últimos años de un viejo fenómeno: hablamos de cierto revisionismo
histórico que busca reducir el acervo anarquista a los paseos por la
carretera de la Rabassada y a las patrullas de control, como si el
titánico esfuerzo autogestionario en educación, sanidad,
colectivización de empresas y tierras, etc. no hubiera existido.

Asimismo, es notable el empeño político de algunas voces a derecha y
a izquierda, tanto como lo es el despliegue mediático con que se
practica ese particular revisionismo. En definitiva, insistimos, se
trata de retorcer y mutilar una memoria incómoda (incómoda por lo que
representa, porque es imposible ocultarla y porque jamás podrán
asimilarla a los patrones del parlamentarismo occidental).

Ese pasado de autogestión y de emancipación es, tengámoslo siempre
presente, no sólo historia de los anarquistas; es también un patrimonio
común, y un referente para quienes luchan por defender y construir
auténticamente su vida. Pero que no se pierda ese pasado es tarea
nuestra, de todos los que, de un modo u otro, nos sabemos descendientes
del anarcosindicalismo. Sólo enlazando ese pasado con nuestro presente,
tendremos porvenir.

El Centenario, por cierto, supone una magnífica ocasión para sacarlo a la calle.

El Centenario: preguntas, respuestas, perspectivas

En efecto, la celebración del centenario de CNT no ha de ser motivo
para rememorar, con autocomplacencia, viejas glorias perdidas o
reivindicaciones de una pureza que nunca existió; queremos que 2010 sea
un capítulo más en el homenaje y reivindicación de aquellos que, como
decíamos, aspiraron a ser protagonistas de su época y de su vida. Pero
que 2010 sirva también, y sobre todo, para que ahondemos en las
cuestiones difíciles que quedan tras soplar el polvo de los años.
Porque la memoria, o es un ejercicio radical, lúcido, comprometido con
los procesos y beligerante con la tumba de la crónica, o es terreno de
la melancolía, que no deja de ser tan legítima como cualquier
sentimiento humano, pero que invalida en la lucha por el futuro. Así
que es este un buen momento para desenmarañar el hilo de lo vivido y
recuperar las motivaciones que, más de un siglo atrás, llevaron a
nuestros mayores a organizarse. Es tiempo de preguntarse qué sentido
tiene hoy aquel primer artículo de la Internacional obrera: «La
emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores
mismos», y que inspiraría los estatutos de la CNT. Sin tutelas, sin
intermediarios, en el sentido genuino, indómito y áspero de la
emancipación humana, partiendo de cero en nuestra desolada condición de
seres sin dios, frágiles, si se quiere, pero también con el orgullo de
no tener amo y de no aceptar patria.

En manos de gestores profesionales, de una misma casta de
intermediarios (en el Parlamento, en los sindicatos orgánicos) y
sometida como ayer a la cadena del salario, nuestra propia vida ofrece
respuesta a esa pregunta, y la responde con la urgencia de la pura
necesidad. Sólo desde esa certeza vital es posible encarar el tremendo
esfuerzo de reconstruir las herramientas de participación directa que,
deliberada y sistemáticamente, fueron desarticuladas en los años 70 y
80 del pasado siglo para instaurar este régimen de absoluta delegación.
No hay otra participación efectiva que la que se ejerce directamente;
quién lo dude, que acuda a la inmediata realidad y contemple el estado
de postración y desesperación en que se encuentran quienes deciden
organizarse y luchar por su dignidad y sus intereses. En todo caso, no
olvidemos la parte que nos toca en ese proceso de desposesión de la
auténtica soberanía popular: nuestra nuestra indiferencia, nuestra
pereza y confusión, el miedo que nos paraliza contribuyen a consolidar
el poder económico y a sus agentes políticos y sindicales.

Por lo demás, esta relación dialéctica con la memoria nos ayudará a
poner en perspectiva las cada vez más precarias condiciones actuales de
vida. Nada está escrito para siempre o desde siempre; no hay derrota
definitiva cuando se entiende que los contendientes volverán a
encontrarse pasado mañana, y que conviene preparar ese nuevo encuentro.
Sí: la historia del movimiento obrero, como la de todo movimiento
social, es un continuo de altibajos, de retrocesos y avances que, si
bien no conoce victorias completas, jamás sufrirá debacles absolutas.
Porque, en efecto, ayer como hoy ha habido tiempos malos que han durado
hasta la llegada de otros mejores.

Esa misma perspectiva puede aplicarse a la situación presente del
anarcosindicalismo, un movimiento al que, sin duda, quedan por escribir
nuevas páginas, siempre y cuando seamos capaces de pasar la de hoy. En
ese impás, es muy ilustrativo recuperar el debate que acompañó, en
1907, la fundación de Solidaridad Obrera, núcleo de lo que, tres años
más tarde, sería la CNT que conocemos. Como luego volvería a suceder en
los años 30 y, nuevamente, a finales de los 70, en aquel momento a
principios de siglo, los anarquistas más ortodoxos ya mostraron su
desconfianza, incluso su rechazo a la vía de acción sindical. El tiempo
demostró que la convivencia de ambas posturas –la ácrata purista y la
meramente sindicalista, con una enorme y rica gama intermedia de
propuestas organizativas, más o menos coyunturales a veces, pero
frecuentemente unidas por actitudes vitales afines– que esa
convivencia, decíamos, sería difícil, incluso imposible por momentos,
pero que ambas estaban condenadas a entenderse. Por lo demás, y como es
lógico, el anarcosindicalismo siempre ha salido mal parado de esas
luchas intestinas, pero nunca le ha faltado capacidad para
recomponerse, urgido por las circunstancias unas veces, y por el
sentido común otras. No desesperamos de que la fraternidad sea la que
dicte unidades futuras, tanto como otras cuestiones de orden práctico.

Pero también es tiempo de celebración: al fin y al cabo, no todos
los días se cumplen cien años, cien años de apasionada y turbulenta
historia: en sus distintas facetas, con sus victorias, tras sus
derrotas, pese a sus contradicciones o, precisamente, gracias a ellas,
así ha sido el siglo de existencia de la CNT.

Más viejo aún, este siglo de Confederación viene durando más de cien
años: empieza con los esclavos que, un día, dicen «¡No!» al pie de las
pirámides y le arrebatan el látigo al capataz; acaso con los camaradas
de Espartaco, asolando los campos de Roma; en el gesto rebelde de los
herejes, cuando, como se ha escrito alguno vez, todavía no hablábamos
el lenguaje de la lucha de clases. Comuneros de mañana, sabemos que la
Historia no ha acabado, porque su esencia, enemiga de cualquier
discurso definitivo, es proceso y lucha.

Esa lucha se librará en un territorio muy concreto: el futuro, el mismo futuro que ya nos va congregando.

Categories: Confederal

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